Educar para la Soberanía Alimentaria
Por: Dra. Rosario Larrea Alvarez
La Soberanía Alimentaria es una política púbica del
Estado Plurinacional, ese hecho ya determina la enorme importancia que tiene el
tema, sin embargo, no existen políticas de educación que acompañen esta
actividad.
El presente trabajo, estructura las partes temáticas
fundamentales que deberían incorporarse a una estrategia educativa en torno a
la soberanía alimentaria.
1.
La
Soberanía Alimentaria Ancestral (S-AA)
Según cifras
oficiales “hay 800 millones de personas
en el mundo que pasan hambre. Los organismos internacionales se reúnen en
cumbres, reflexionan, consensuan y determinan políticas encaminadas a erradicar
el hambre. También muchas ONG y agencias de desarrollo intentan implementar
estrategias para combatir el hambre. Pero contrariamente a lo que cabría
esperar de la cantidad de esfuerzos y recursos empeñados en la persecución de
este objetivo, el número de personas hambrientas, lejos de disminuir, continúa
acrecentándose en un mundo en el que se producen alimentos en abundancia”. ([1])
El sector
agroexportador de la Argentina produce y exporta alimentos para más de 300
millones de consumidores, siendo que dentro de la Argentina hay como 3 millones
de personas hambrientas. Sin embargo, bajo la lógica del mercado: “resulta imposible venderle alimentos a quién
no puede pagarlos, ningún agro-liberal piensa exportar a Bangladesh, Pakistán,
Haití, Mongolia o Afganistán. Los 1.300 millones de individuos al borde de
hambruna por los aumentos de precios, no están en mira de los negociantes
argentinos. Se consideran ajenos a la muerte diaria de 24.000 personas por
falta de alimentos y al fallecimiento de un ser humano cada cuatro minutos por falta
de vitamina A.” ([2])
Entre marzo
del 2007 y del 2008 el trigo subió 130%, la soya o soja 87%, el arroz 74%, el
maíz 53%, como consecuencia de un aumento de los capitales invertidos en los
agro-mercados. Este volumen se quintuplicó en la Unión Europea y se multiplicó
por siete en Estados Unidos.
Otro
desencadenante de la carestía son los agro-combustibles. La producción de
etanol se triplicó entre 2000 y 2007 y al ritmo actual el 40% de ese cultivo se
destinará a la energía dentro de una década. Este viraje constituye un crimen
contra la humanidad. Para llenar el tanque de automóvil con 50 litros de
bioetanol se necesita quemar 358 kilos de maíz, que es lo requerido por un niño
de México o Zambia para alimentarse durante un año.
La producción
de etanol abarca aproximadamente el 80% de la producción mundial de
agrocombustibles y se realiza principalmente con caña de azúcar procedente de
Brasil, mayor productor de agrocombustibles en el mundo, y maíz procedente de
los Estados Unidos, los principales consumidores son los mercados de los EE.UU.
y la Unión Europea.
En el caso
del biodiesel, producido principalmente con aceite de colza, es producido y
consumido sobre todo en la Unión Europea y cada vez con mayor frecuencia en el
sureste asiático a partir del aceite de palma, representa el resto de los
agrocombustibles utilizados. ([3])
En 2007,
aproximadamente el 23% de la producción de cereales secundarios de los EE.UU.
se destinó a la producción de etanol, mientras que en Brasil se destinó a este
mismo objeto el 54% de la cosecha de caña de azúcar. En la Unión Europea, cerca
del 47% de la producción de aceites vegetales se utilizó para la producción de
biodiesel, lo que hizo aumentar la importación de aceite vegetal para
satisfacer la demanda nacional para el consumo.
([4])
Ahora bien,
esta situación de ausencia de seguridad alimentaria y soberanía alimentaria
viene acompañada del capitalismo y de las soluciones que se pretende dar a la
crisis enérgica, la misma que dará como resultado mayor hambre. “En Bolivia, con base en el incremento de
precios entre el 2006 y marzo del 2008, la pobreza aumentaría del orden del 7%
adicional, cifra que en las mismas condiciones significa un mayor nivel de
pobreza de entre 4% y 5% en Colombia, Perú y Ecuador”. ([5])
Todas estas
situaciones no existían en el pasado, antes de la llegada de los españoles a
estas tierras teníamos garantizada una verdadera soberanía alimentaria
ancestral (S-AA), misma que debemos recuperar y no perder nunca, pues con ella
garantizamos la alimentación saludable de la población y dejamos de lado la más
mínima posibilidad de ser vulnerables.
2.
La
propuesta de la Vía Campesina sobre soberanía alimentaria
¿Qué
significa soberanía alimentaria? La soberanía alimentaria es el DERECHO de los
pueblos, de sus Países o Uniones de Estados a definir su política agraria y
alimentaria, sin dumping frente a países terceros. El derecho de los campesinos
a producir alimentos y el derecho de los consumidores a poder decidir lo que
quieren consumir y, como y quien se lo produce.
La soberanía
alimentaria incluye: Priorizar la producción agrícola local para alimentar a la
población, el acceso de los/as campesinos/as y de los sin tierra a la tierra,
al agua, a las semillas y al crédito. De ahí la necesidad de reformas agrarias,
de la lucha contra los Organismos Genéticamente modificados (OGM), para el
libre acceso a las semillas, y de mantener el agua en su calidad de bien
público que se reparta de una forma sostenible.
El derecho de
los campesinos a producir alimentos y el derecho de los consumidores a poder
decidir lo que quieren consumir y, como y quien se lo produce.
El derecho de
los Países a protegerse de las importaciones agrícolas y alimentarias demasiado
baratas. Unos precios agrícolas ligados a los costes de producción: es posible
siempre que los Países o las Uniones tengan el derecho de gravar con impuestos
las importaciones demasiado baratas, que se comprometan a favor de una
producción campesina sostenible y que controlen la producción en el mercado interior
para evitar unos excedentes estructurales, la participación de los pueblos en
la definición de política agraria.
Las políticas
neoliberales priorizan el comercio internacional, y no la alimentación de los
pueblos. No han contribuido en absoluto en la erradicación del hambre en el
mundo. Al contrario, han incrementado la dependencia de los pueblos de las
importaciones agrícolas, y han reforzado la industrialización de la
agricultura, peligrando así el patrimonio genético, cultural y medioambiental de
la planeta, así como nuestra salud. Han empujado a centenas de millones de
campesinos(as) a abandonar sus prácticas agrícolas tradicionales, al éxodo
rural o a la emigración.
Instituciones
internacionales como el FMI (Fondo Monetario Internacional), el Banco Mundial y
la OMC (Organización Mundial del Comercio) han aplicado estas políticas
dictadas por los intereses de las empresas transnacionales y de las grandes
potencias. Unos acuerdos internacionales (OMC), regionales (Acuerdo de Libre
Comercio para las Américas-ALCA) o bilaterales de "libre" cambio de
productos agrícolas permiten a dichas empresas controlar el mercado globalizado
de la alimentación. La OMC es una institución totalmente inadecuada para tratar
los temas relativos a la alimentación y a la agricultura por lo tanto Vía
Campesina quiere la OMC fuera de la agricultura. La plaga de las importaciones
a bajos precios: el dumping destruye la producción alimentaria En el mundo
entero, importaciones agrícolas a precios bajos destruyen la economía agrícola
local; es el caso de la leche europea importada a la India, del cerdo
norteamericano al Caribe, de la carne y de los cereales de la UE a África, de
animales a Europa, etc.. Estos productos se exportan a pecios bajos gracias a
prácticas de dumping. A petición de los Estados Unidos y de la Unión Europea,
la OMC ratificó una nueva práctica de dumping que sustituye las ayudas a la
exportación por una fuerte baja de sus precios agrícolas, combinada con unos
pagos directos abonados por el Estado. Para conseguir la soberanía alimentaria,
es imprescindible parar el Dumping!
La soberanía
alimentaria incluye un comercio internacional justo. La Soberanía Alimentaria
no está en contra de los intercambios, sino de la prioridad dada a las
exportaciones: permite garantizar a los pueblos la seguridad alimentaria, a la
vez que intercambian con otras regiones unas producciones específicas que
constituyen la diversidad de nuestro planeta. Hace falta, bajo la égida de las
Naciones Unidas, dotar estos intercambios de un nuevo marco que:
• Priorice la producción local, regional
frente a la exportación.
• Autorice a los Países/Uniones a
protegerse contra las importaciones a precios demasiado bajos.
• Permita unas ayudas públicas a los
campesinos, siempre que no sirvan directa o indirectamente a exportar a precios
bajos.
• Garantice la estabilidad de los
precios agrícolas a escala internacional mediante unos acuerdos internacionales
de control de la producción.
El acceso a
los mercados internacionales no es una solución para los campesinos. El
problema de los campesinos es antes que nada, la falta de acceso a sus propios
mercados locales por unos precios demasiado bajos para sus productos y el
dumping a través de la importación que deben enfrentar. El acceso a los mercados
internacionales afecta sólo el 10% de la producción mundial; está controlada
por unas empresas transnacionales y por las más grandes empresas
agro-industriales. El ejemplo de los productos tropicales (café, plátanos) lo
ilustra claramente: benefician un acceso casi libre a los países del Norte y a
pesar de eso los campesinos/as del Sur no pueden mejorar su situación.
Las políticas
agrícolas deben apoyar una agricultura campesina sostenible en el Norte y en el
Sur. Para poner en marcha la soberanía alimentaria, países del Norte y del Sur
deben poder apoyar a su agricultura para garantizar el derecho a la
alimentación de sus populaciones, preservar el medio ambiente, desarrollar una
agricultura sostenible y protegerse contra el dumping. Deben también ser capaz
apoyar su agricultura para cumplir otros intereses públicos que pueden ser diferentes
en función de los países y sus tradiciones culturales. Pero en la actualidad,
los Estados Unidos y la Unión Europea en particular abusan ayudas públicas para
reducir sus precios en los mercados internos y para practicar el dumping con
sus excedentes en los mercados internacionales, destruyendo la agricultura
campesina tanto en el Norte como el Sur.
3.
La
soberanía alimentaria significa acabar con el hambre, el latifundio, la mercantilización de los alimentos y el
sistema que lo produce
Soberanía
alimentaria: un derecho para todos.
En contraste
con la propuesta de la Alianza Internacional contra el Hambre, que es “algo más
de la misma medicina”, nosotros contraponemos el concepto unificador de
Soberanía Alimentaria como paraguas bajo el cual podemos definir las acciones
estratégicas necesarias para eliminar realmente el hambre.
¿Qué es la
Soberanía Alimentaria? La Soberanía Alimentaria es el DERECHO de los países y
los pueblos a definir sus propias políticas agrarias, de empleo, pesqueras,
alimentarias y de tierra de forma que sean ecológica, social, económica y
culturalmente apropiadas para ellos y sus circunstancias únicas. Esto incluye
el verdadero derecho a la alimentación y a producir los alimentos, lo que
significa que todos los pueblos tienen el derecho a una alimentación sana,
nutritiva y culturalmente apropiada, y a la capacidad para mantenerse a sí
mismos y a sus sociedades.
La Soberanía
Alimentaria requiere:
• Dar prioridad a la producción de
alimentos para mercados domésticos y locales, basados en explotaciones
campesinas y familiares diversificadas y en sistemas de producción
agroecológicos.
• Asegurar precios justos para los
campesinos, lo que significa el poder para proteger los mercados interiores de
las importaciones a bajo precio y dumping.
• Acceso a la tierra, al agua, a los
bosques y a la pesca y otros recursos productivos a través de una
redistribución genuina, no con las fuerzas del mercado y “reformas del mercado
de la tierra”, financiados por el Banco Mundial.
• Reconocimiento y promoción del papel
de la mujer en la producción alimentaria y acceso equitativo y control de los
recursos productivos.
• Control de la comunidad sobre los recursos
productivos, en oposición a las corporaciones propietarias de tierras, agua y
recursos genéticos y otros.
• Protección de las semillas base de la
alimentación y de la vida misma para el libre intercambio y uso de los
campesinos, lo que significa no patentar la vida y una moratoria sobre las
culturas genéticamente modificadas que llevan a una contaminación de la
diversidad genética esencial de plantas y animales.
• Inversión pública para fomentar la
actividad productiva de familias y comunidades dirigidas a aumentar el poder,
el control local y la producción alimentaria para los pueblos y los mercados
locales.
Soberanía
Alimentaria significa la primacía de los derechos de los pueblos y las
comunidades a la alimentación y la producción de alimentos, sobre los intereses
del comercio. Esto conlleva el fomento y la promoción de los mercados locales y
de los productores más allá de la producción para la exportación y la
importación de alimentos.
Para
conseguir la Soberanía Alimentaria:
• Reforzaremos nuestros movimientos
sociales y desarrollaremos las organizaciones de campesinos, mujeres, pueblos
indígenas, trabajadores, pescadores y pobres urbanos en cada uno de nuestros
países.
• Avanzaremos en la solidaridad y la
cooperación regional e internacional y reforzaremos nuestras luchas comunes.
• Lucharemos por realizar reformas
agrarias y pesqueras genuinas, reformas de pastos y bosques, y conseguiremos
una redistribución comprensiva e integral de los recursos productivos en favor
de los pobres y los sin tierra.
• Lucharemos por una garantía fuerte de
los derechos de los trabajadores para organizar, contratar colectivamente, y
tener unas condiciones de trabajo seguras y dignas y salarios suficientes.
• Lucharemos por un acceso equitativo de
las mujeres a los recursos de producción y por el fin de las estructuras
patriarcales en la agricultura y por los aspectos socio-económicos y culturales
de la alimentación.
• Lucharemos por el derecho de los
pueblos indígenas a su cultura, territorio y recursos productivos.
• Hacemos un llamamiento para poner fin
a las políticas económicas neoliberales que han sido impuestas por el Banco
Mundial, la OMC, el FMI y los países del Norte y otros acuerdos de libre
comercio multilateral y regional, como FTAA y NEPAD.
• Solicitamos la salida de la
agricultura de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
• Lucharemos para parar la ingeniería
genética y las patentes sobre la vida y pedimos la prohibición inmediata del
“terminator” y el uso de tecnologías similares que usan la restricción
genética.
• Solicitamos el fin de la utilización
de alimentos OGM como ayuda alimentaria.
• Pedimos el paro inmediato de las
guerras en los pueblos y las tierras de todo el mundo y el fin de la ocupación
ilegal de Palestina, el embargo de Cuba e Irak y el uso de los alimentos como
instrumento de chantaje.
• Solicitamos el apoyo para el
desarrollo y la diseminación de los sistemas de producción agroecológicos.
• Pedimos una Convención sobre Soberanía
Alimentaria al fin de inscribir los principios de la Soberanía Alimentaria en
la legislación internacional e instituir la Soberanía Alimentaria como cuadro
político principal para dirigir la alimentación y la agricultura.
Finalmente
las políticas uniformes como las emanadas por el Banco Mundial, OMC y FMI,
deben ser reemplazadas por una visión con “un mundo donde quepan muchos
mundos”, donde la fuerza y la dignidad humanas sean construidas a través de la
solidaridad y el respeto de las diversidades, y donde todos los países y
pueblos tengan el derecho a definir sus políticas.
4.
Ley
Avelino Siñani y Elizardo Pérez
La Ley
Educativa da directrices para que temas como la soberanía alimentaria, que como
he explicado, contiene procesos de debate desde la sociedad civil, los
productores de alimentos, pueda ser incorporado al sistema educativo
plurinacional como un tema transversal, ya que se trata de garantizar alimentos
para la población, pero en condiciones favorables para el país, como son los
alimentos producidos de forma natural y lo más sana posible.
Una
educación para la soberanía alimentaria
es hoy una necesidad imperiosa de ser implementada, garantizando el derecho a
una alimentación adecuada, que es uno de los derechos fundamentales reconocidos
por la actual Constitución Política del Estado.
[1] García
de la Serrana-Castillo Xavier. La Soberanía Alimentaria: un nuevo paradigma.
Documento 1. Colección Soberanía Alimentaria De Veterinarios Sin Fronteras.
2003. Pág. 2.
[5] Elías
Bishelly y Jaldín Rossmary. Efectos de la Crisis Alimentaria en Bolivia. Análisis
de Coyuntura: Enero-Septiembre. CIPCA. 2008.