jueves, 1 de octubre de 2015

Educar para la Soberanía Alimentaria

Por: Dra. Rosario Larrea Alvarez



La Soberanía Alimentaria es una política púbica del Estado Plurinacional, ese hecho ya determina la enorme importancia que tiene el tema, sin embargo, no existen políticas de educación que acompañen esta actividad.

El presente trabajo, estructura las partes temáticas fundamentales que deberían incorporarse a una estrategia educativa en torno a la soberanía alimentaria.

1.            La Soberanía Alimentaria Ancestral (S-AA)

Según cifras oficiales “hay 800 millones de personas en el mundo que pasan hambre. Los organismos internacionales se reúnen en cumbres, reflexionan, consensuan y determinan políticas encaminadas a erradicar el hambre. También muchas ONG y agencias de desarrollo intentan implementar estrategias para combatir el hambre. Pero contrariamente a lo que cabría esperar de la cantidad de esfuerzos y recursos empeñados en la persecución de este objetivo, el número de personas hambrientas, lejos de disminuir, continúa acrecentándose en un mundo en el que se producen alimentos en abundancia”.  ([1])

El sector agroexportador de la Argentina produce y exporta alimentos para más de 300 millones de consumidores, siendo que dentro de la Argentina hay como 3 millones de personas hambrientas. Sin embargo, bajo la lógica del mercado: “resulta imposible venderle alimentos a quién no puede pagarlos, ningún agro-liberal piensa exportar a Bangladesh, Pakistán, Haití, Mongolia o Afganistán. Los 1.300 millones de individuos al borde de hambruna por los aumentos de precios, no están en mira de los negociantes argentinos. Se consideran ajenos a la muerte diaria de 24.000 personas por falta de alimentos y al fallecimiento de un ser humano cada cuatro minutos por falta de vitamina A.” ([2])

Entre marzo del 2007 y del 2008 el trigo subió 130%, la soya o soja 87%, el arroz 74%, el maíz 53%, como consecuencia de un aumento de los capitales invertidos en los agro-mercados. Este volumen se quintuplicó en la Unión Europea y se multiplicó por siete en Estados Unidos.

Otro desencadenante de la carestía son los agro-combustibles. La producción de etanol se triplicó entre 2000 y 2007 y al ritmo actual el 40% de ese cultivo se destinará a la energía dentro de una década. Este viraje constituye un crimen contra la humanidad. Para llenar el tanque de automóvil con 50 litros de bioetanol se necesita quemar 358 kilos de maíz, que es lo requerido por un niño de México o Zambia para alimentarse durante un año.

La producción de etanol abarca aproximadamente el 80% de la producción mundial de agrocombustibles y se realiza principalmente con caña de azúcar procedente de Brasil, mayor productor de agrocombustibles en el mundo, y maíz procedente de los Estados Unidos, los principales consumidores son los mercados de los EE.UU. y la Unión Europea. 

En el caso del biodiesel, producido principalmente con aceite de colza, es producido y consumido sobre todo en la Unión Europea y cada vez con mayor frecuencia en el sureste asiático a partir del aceite de palma, representa el resto de los agrocombustibles utilizados. ([3]

En 2007, aproximadamente el 23% de la producción de cereales secundarios de los EE.UU. se destinó a la producción de etanol, mientras que en Brasil se destinó a este mismo objeto el 54% de la cosecha de caña de azúcar. En la Unión Europea, cerca del 47% de la producción de aceites vegetales se utilizó para la producción de biodiesel, lo que hizo aumentar la importación de aceite vegetal para satisfacer la demanda nacional para el consumo.  ([4])

Ahora bien, esta situación de ausencia de seguridad alimentaria y soberanía alimentaria viene acompañada del capitalismo y de las soluciones que se pretende dar a la crisis enérgica, la misma que dará como resultado mayor hambre. “En Bolivia, con base en el incremento de precios entre el 2006 y marzo del 2008, la pobreza aumentaría del orden del 7% adicional, cifra que en las mismas condiciones significa un mayor nivel de pobreza de entre 4% y 5% en Colombia, Perú y Ecuador”. ([5])

Todas estas situaciones no existían en el pasado, antes de la llegada de los españoles a estas tierras teníamos garantizada una verdadera soberanía alimentaria ancestral (S-AA), misma que debemos recuperar y no perder nunca, pues con ella garantizamos la alimentación saludable de la población y dejamos de lado la más mínima posibilidad de ser vulnerables.

2.            La propuesta de la Vía Campesina sobre soberanía alimentaria

¿Qué significa soberanía alimentaria? La soberanía alimentaria es el DERECHO de los pueblos, de sus Países o Uniones de Estados a definir su política agraria y alimentaria, sin dumping frente a países terceros. El derecho de los campesinos a producir alimentos y el derecho de los consumidores a poder decidir lo que quieren consumir y, como y quien se lo produce.

La soberanía alimentaria incluye: Priorizar la producción agrícola local para alimentar a la población, el acceso de los/as campesinos/as y de los sin tierra a la tierra, al agua, a las semillas y al crédito. De ahí la necesidad de reformas agrarias, de la lucha contra los Organismos Genéticamente modificados (OGM), para el libre acceso a las semillas, y de mantener el agua en su calidad de bien público que se reparta de una forma sostenible.

El derecho de los campesinos a producir alimentos y el derecho de los consumidores a poder decidir lo que quieren consumir y, como y quien se lo produce.

El derecho de los Países a protegerse de las importaciones agrícolas y alimentarias demasiado baratas. Unos precios agrícolas ligados a los costes de producción: es posible siempre que los Países o las Uniones tengan el derecho de gravar con impuestos las importaciones demasiado baratas, que se comprometan a favor de una producción campesina sostenible y que controlen la producción en el mercado interior para evitar unos excedentes estructurales, la participación de los pueblos en la definición de política agraria.

Las políticas neoliberales priorizan el comercio internacional, y no la alimentación de los pueblos. No han contribuido en absoluto en la erradicación del hambre en el mundo. Al contrario, han incrementado la dependencia de los pueblos de las importaciones agrícolas, y han reforzado la industrialización de la agricultura, peligrando así el patrimonio genético, cultural y medioambiental de la planeta, así como nuestra salud. Han empujado a centenas de millones de campesinos(as) a abandonar sus prácticas agrícolas tradicionales, al éxodo rural o a la emigración.

Instituciones internacionales como el FMI (Fondo Monetario Internacional), el Banco Mundial y la OMC (Organización Mundial del Comercio) han aplicado estas políticas dictadas por los intereses de las empresas transnacionales y de las grandes potencias. Unos acuerdos internacionales (OMC), regionales (Acuerdo de Libre Comercio para las Américas-ALCA) o bilaterales de "libre" cambio de productos agrícolas permiten a dichas empresas controlar el mercado globalizado de la alimentación. La OMC es una institución totalmente inadecuada para tratar los temas relativos a la alimentación y a la agricultura por lo tanto Vía Campesina quiere la OMC fuera de la agricultura. La plaga de las importaciones a bajos precios: el dumping destruye la producción alimentaria En el mundo entero, importaciones agrícolas a precios bajos destruyen la economía agrícola local; es el caso de la leche europea importada a la India, del cerdo norteamericano al Caribe, de la carne y de los cereales de la UE a África, de animales a Europa, etc.. Estos productos se exportan a pecios bajos gracias a prácticas de dumping. A petición de los Estados Unidos y de la Unión Europea, la OMC ratificó una nueva práctica de dumping que sustituye las ayudas a la exportación por una fuerte baja de sus precios agrícolas, combinada con unos pagos directos abonados por el Estado. Para conseguir la soberanía alimentaria, es imprescindible parar el Dumping!

La soberanía alimentaria incluye un comercio internacional justo. La Soberanía Alimentaria no está en contra de los intercambios, sino de la prioridad dada a las exportaciones: permite garantizar a los pueblos la seguridad alimentaria, a la vez que intercambian con otras regiones unas producciones específicas que constituyen la diversidad de nuestro planeta. Hace falta, bajo la égida de las Naciones Unidas, dotar estos intercambios de un nuevo marco que:

•          Priorice la producción local, regional frente a la exportación.
•          Autorice a los Países/Uniones a protegerse contra las importaciones a precios demasiado bajos.
•          Permita unas ayudas públicas a los campesinos, siempre que no sirvan directa o indirectamente a exportar a precios bajos.
•          Garantice la estabilidad de los precios agrícolas a escala internacional mediante unos acuerdos internacionales de control de la producción.

El acceso a los mercados internacionales no es una solución para los campesinos. El problema de los campesinos es antes que nada, la falta de acceso a sus propios mercados locales por unos precios demasiado bajos para sus productos y el dumping a través de la importación que deben enfrentar. El acceso a los mercados internacionales afecta sólo el 10% de la producción mundial; está controlada por unas empresas transnacionales y por las más grandes empresas agro-industriales. El ejemplo de los productos tropicales (café, plátanos) lo ilustra claramente: benefician un acceso casi libre a los países del Norte y a pesar de eso los campesinos/as del Sur no pueden mejorar su situación.

Las políticas agrícolas deben apoyar una agricultura campesina sostenible en el Norte y en el Sur. Para poner en marcha la soberanía alimentaria, países del Norte y del Sur deben poder apoyar a su agricultura para garantizar el derecho a la alimentación de sus populaciones, preservar el medio ambiente, desarrollar una agricultura sostenible y protegerse contra el dumping. Deben también ser capaz apoyar su agricultura para cumplir otros intereses públicos que pueden ser diferentes en función de los países y sus tradiciones culturales. Pero en la actualidad, los Estados Unidos y la Unión Europea en particular abusan ayudas públicas para reducir sus precios en los mercados internos y para practicar el dumping con sus excedentes en los mercados internacionales, destruyendo la agricultura campesina tanto en el Norte como el Sur.

3.            La soberanía alimentaria significa acabar con el hambre, el latifundio,  la mercantilización de los alimentos y el sistema que lo produce

Soberanía alimentaria: un derecho para todos.

En contraste con la propuesta de la Alianza Internacional contra el Hambre, que es “algo más de la misma medicina”, nosotros contraponemos el concepto unificador de Soberanía Alimentaria como paraguas bajo el cual podemos definir las acciones estratégicas necesarias para eliminar realmente el hambre.

¿Qué es la Soberanía Alimentaria? La Soberanía Alimentaria es el DERECHO de los países y los pueblos a definir sus propias políticas agrarias, de empleo, pesqueras, alimentarias y de tierra de forma que sean ecológica, social, económica y culturalmente apropiadas para ellos y sus circunstancias únicas. Esto incluye el verdadero derecho a la alimentación y a producir los alimentos, lo que significa que todos los pueblos tienen el derecho a una alimentación sana, nutritiva y culturalmente apropiada, y a la capacidad para mantenerse a sí mismos y a sus sociedades.

La Soberanía Alimentaria requiere:

•          Dar prioridad a la producción de alimentos para mercados domésticos y locales, basados en explotaciones campesinas y familiares diversificadas y en sistemas de producción agroecológicos.
•          Asegurar precios justos para los campesinos, lo que significa el poder para proteger los mercados interiores de las importaciones a bajo precio y dumping.
•          Acceso a la tierra, al agua, a los bosques y a la pesca y otros recursos productivos a través de una redistribución genuina, no con las fuerzas del mercado y “reformas del mercado de la tierra”, financiados por el Banco Mundial.
•          Reconocimiento y promoción del papel de la mujer en la producción alimentaria y acceso equitativo y control de los recursos productivos.
•          Control de la comunidad sobre los recursos productivos, en oposición a las corporaciones propietarias de tierras, agua y recursos genéticos y otros.
•          Protección de las semillas base de la alimentación y de la vida misma para el libre intercambio y uso de los campesinos, lo que significa no patentar la vida y una moratoria sobre las culturas genéticamente modificadas que llevan a una contaminación de la diversidad genética esencial de plantas y animales.
•          Inversión pública para fomentar la actividad productiva de familias y comunidades dirigidas a aumentar el poder, el control local y la producción alimentaria para los pueblos y los mercados locales.

Soberanía Alimentaria significa la primacía de los derechos de los pueblos y las comunidades a la alimentación y la producción de alimentos, sobre los intereses del comercio. Esto conlleva el fomento y la promoción de los mercados locales y de los productores más allá de la producción para la exportación y la importación de alimentos.

Para conseguir la Soberanía Alimentaria:

•          Reforzaremos nuestros movimientos sociales y desarrollaremos las organizaciones de campesinos, mujeres, pueblos indígenas, trabajadores, pescadores y pobres urbanos en cada uno de nuestros países.
•          Avanzaremos en la solidaridad y la cooperación regional e internacional y reforzaremos nuestras luchas comunes.
•          Lucharemos por realizar reformas agrarias y pesqueras genuinas, reformas de pastos y bosques, y conseguiremos una redistribución comprensiva e integral de los recursos productivos en favor de los pobres y los sin tierra.
•          Lucharemos por una garantía fuerte de los derechos de los trabajadores para organizar, contratar colectivamente, y tener unas condiciones de trabajo seguras y dignas y salarios suficientes.
•          Lucharemos por un acceso equitativo de las mujeres a los recursos de producción y por el fin de las estructuras patriarcales en la agricultura y por los aspectos socio-económicos y culturales de la alimentación.
•          Lucharemos por el derecho de los pueblos indígenas a su cultura, territorio y recursos productivos.
•          Hacemos un llamamiento para poner fin a las políticas económicas neoliberales que han sido impuestas por el Banco Mundial, la OMC, el FMI y los países del Norte y otros acuerdos de libre comercio multilateral y regional, como FTAA y NEPAD.
•          Solicitamos la salida de la agricultura de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
•          Lucharemos para parar la ingeniería genética y las patentes sobre la vida y pedimos la prohibición inmediata del “terminator” y el uso de tecnologías similares que usan la restricción genética.
•          Solicitamos el fin de la utilización de alimentos OGM como ayuda alimentaria.
•          Pedimos el paro inmediato de las guerras en los pueblos y las tierras de todo el mundo y el fin de la ocupación ilegal de Palestina, el embargo de Cuba e Irak y el uso de los alimentos como instrumento de chantaje.
•          Solicitamos el apoyo para el desarrollo y la diseminación de los sistemas de producción agroecológicos.
•          Pedimos una Convención sobre Soberanía Alimentaria al fin de inscribir los principios de la Soberanía Alimentaria en la legislación internacional e instituir la Soberanía Alimentaria como cuadro político principal para dirigir la alimentación y la agricultura.

Finalmente las políticas uniformes como las emanadas por el Banco Mundial, OMC y FMI, deben ser reemplazadas por una visión con “un mundo donde quepan muchos mundos”, donde la fuerza y la dignidad humanas sean construidas a través de la solidaridad y el respeto de las diversidades, y donde todos los países y pueblos tengan el derecho a definir sus políticas.

4.            Ley Avelino Siñani y Elizardo Pérez

La Ley Educativa da directrices para que temas como la soberanía alimentaria, que como he explicado, contiene procesos de debate desde la sociedad civil, los productores de alimentos, pueda ser incorporado al sistema educativo plurinacional como un tema transversal, ya que se trata de garantizar alimentos para la población, pero en condiciones favorables para el país, como son los alimentos producidos de forma natural y lo más sana posible.

Una educación  para la soberanía alimentaria es hoy una necesidad imperiosa de ser implementada, garantizando el derecho a una alimentación adecuada, que es uno de los derechos fundamentales reconocidos por la actual Constitución Política del Estado.




[1]              García de la Serrana-Castillo Xavier. La Soberanía Alimentaria: un nuevo paradigma. Documento 1. Colección Soberanía Alimentaria De Veterinarios Sin Fronteras. 2003. Pág. 2.
[2]              Katz, Claudio. La oportunidad del hambre. Rebelión. 2008.
[3]              FAO. Bioenergía, Seguridad y Sostenibilidad Alimentaria. 2008
[4]              Ídem.
[5]              Elías Bishelly y Jaldín Rossmary. Efectos de la Crisis Alimentaria en Bolivia. Análisis de Coyuntura: Enero-Septiembre. CIPCA. 2008.